viernes, 23 de noviembre de 2012

Fugaz Erudición Electrónica

En el minuto uno, apareció el primer hipervínculo en la pantalla, cortesía de su proveedor favorito de conocimiento instantáneo. En el minuto treinta, ya su mirada había recorrido imágenes de un continente entero, en su mente ya había nombres, melodías y frases de todo un pueblo. Una hora después, era un erudito, un sujeto cosmopolita, curtido de cultura mundial y conocimientos básicos de varias materias (y al bajo precio de un click, o varios de ellos, pero poco más). Era sabio.

Entonces se fue la luz, la pantalla dejó de brillar y en su mente solo quedó el pensamiento de que ya era hora de cenar. Volvió a ser un hombre común, con necesidades comunes.