Discurso pronunciado en el marco de la premiación del concurso La escritura hecha en casa, del Decanato de Estudios Generales de la Universidad Simón Bolívar, en su edición del año 2013. Fui invitado a dar unas palabras en la apertura del evento por haber ganado la mención Segundo Serrano Poncela (de Mejor Trabajo Final) en la edición de 2012. A continuación, mis palabras:
Hoy, el Atrio de la
Biblioteca, funciona una vez más como escenario para que todos nosotros,
miembros de la facción más humanista de la comunidad uesebista, representemos
juntos el espectáculo de la exaltación del alma pero también de las artes,
bellas y no tan bellas, del enriquecedor conocimiento que solo en ellas podemos
encontrar, y en especial de la literatura, como forma artística particularmente
efectiva dentro de la Academia y de nosotros, sus artífices.
Aquí estamos, reunidos en el
seno de la gran depositaria de saberes, en compañía de las excelentísimas
autoridades y los temerarios profesores que día a día nos acompañan, para
celebrar que el concepto de ser uesebista abarca, más que una pericia técnica
insuperable, la profunda certeza de que es posible lograr un cambio en el
entorno inmediato a partir de los conocimientos que la Universidad Simón
Bolívar nos ofrece generosamente.
El punto de vista científico,
ese que describe la realidad en términos numéricos y pomposamente determinados
a ser absolutos, es el que nos permite cuantificar y planificar las estrategias
para satisfacer las necesidades de la sociedad, pero el punto de vista
humanístico, ese que hoy es protagonista, es el que nos permite producir ese
sentimiento de curiosidad, ese impulso de transformación que conduce y mantiene
en pie las más importantes investigaciones. Es ese que guiará las manos de los
más atrevidos, de los críticos artistas, de los librepensadores a la hora de
escribir el futuro en el que todos viviremos.
La escritura hecha en casa es más que un concurso literario, es la
invitación anual a que todos esos pensamientos converjan en un mismo lugar, es
la ventana por la cual cada uno de nosotros puede asomar la cabeza para
gritarle al mundo, en especial a nuestra comunidad universitaria, todo eso que
en las asignaturas científicas no podemos expresar. Es aquí donde nuestros
valores, nuestra perseverancia, nuestros anhelos más profundos encontrarán
cabida y serán escuchados. Donde nuestra cosmovisión podrá ser compartida y
difundida entre quienes nos negamos a tener una visión absoluta de lo que la
vida debe ser.
El mayor impacto de esta
iniciativa está precisamente en evidenciar esa multiplicidad de versiones que
conviven en cada uno de nosotros, en que nos brinda la oportunidad de ser
ingenieros, licenciados o arquitectos, a la vez que somos escritores, en que
podemos amanecer siendo Galileo Galilei y estudiar la mecánica de los astros, y
acostarnos siendo Umberto Eco, orgullosos de una excelente ensayística. Gracias
a los Estudios Generales, y a esta convocatoria, la Universidad Simón Bolívar
nos hace conscientes de que podemos ser mucho más de lo que somos, que podemos
sobrepasar la Etiqueta, el Título y el Nombre, y de que vale la pena
profundizar en esta problemática, pues como afirmó el ingeniero y escritor
italiano Primo Levi: “No es en absoluto
una cuestión ociosa tratar de definir lo que es un ser humano”.
Por otra parte, como decía
Cortázar, es en estos momentos que podemos apreciar que “el poema cesa de ser comunicación para volverse contacto”, es en
estos momentos donde la esperanza de todos los participantes no es más que la
vida misma defendiéndose. Por eso pues, quiero hacer pública mi más sincera
gratitud a todos quienes, año tras año, hacen posible este evento, pero sobre
todo, quiero expresar mis felicitaciones y extender mis elogios a todos quienes
están aquí hoy, escuchando estas palabras, así como a todo aquel valiente que
tomó su instrumento de escritura y tras meditarlo, decidió participar.
En este momento, todos somos
ganadores por el simple hecho de estar aquí, pues hemos usado nuestro lápiz o nuestra
máquina para generar la Palabra que conmemoramos en esta cálida reunión, y la
palabra es, pues, ese pincel, esa varita mágica que nos permitirá crear el
mundo en el que queremos vivir. Hoy, algunos de los presentes se irán de aquí
con el reconocimiento de la Academia por su arduo trabajo, pero todos,
absolutamente todos, nos iremos con la convicción de que el futuro está en
nuestras manos. Sigamos escribiéndo(lo).
Alexandro Talamo
Estudiante de Ingeniería Química