sábado, 31 de marzo de 2012

Amore mio

Yo no te voy a pedir amor
porque no quiero que me duelas.
Tampoco quiero
dicha, alegría prefabricada
                     premeditada
hecha.

Terminaría aburriéndome
ca(n)sándote conmigo
dándote nada y prometiendo todo.
Te abriría
               una caja de Pandora.
La llenaría con fotos,
con tús y yos, con restos
De cascadas, de pintura, de flores
Con fragmentos de espejo
para mirarnos como éramos
como si no quisiéramos ser más
             sin esperanza
Recordando y nada más.

Eso es....
Trillado, excesivo, inherente a lo humano.
Me recuerda un poco al reloj
¿Recuerdas cuando te pedía que te quitaras el reloj?
No quiero saber la hora
                ni que tú la sepas
quedarme estancado
en un futuro pasado
obligarnos a permanecer
inmutables, inertes
relojeros, cafeceros y jornaleros

Nos quiero en Roma, en París
una baguette con formaggio
con salami dolce e vino
Sobre todo vino.
Saltando en bungee,
bailando con la nieve,
Viviendo
              fuera de esto.

Mejor existamos,
en el mar, en la noche del puerto,
en esa estrelllita que me gusta
y es tuya.
No nos amemos, no nos dañemos.
No nos nombremos.

Si me necesitas,
quiero ser silencio.
Que no me llames,
no me busques.
Llegar de sorpresa,
salir de la caja que te haría
y ser mejor que el espejo,
las fotos y los pétalos de flor.

Tomarte
             improvisando.
Sonreír con picardía.
Una mirada, tu beso de chocolate

Oh, mon chéri.
Y luego...
¿Te digo lo que quiero entonces?
Existir contigo
                     Por lo tanto, callar.  

lunes, 12 de marzo de 2012

Mi molesto “otro yo”, ¿también soy yo?

     En su cuento titulado “William Wilson”, el escritor americano Edgar Allan Poe pone en escena, a través de una trama intrigante, un tema íntimamente relacionado con la naturaleza del ser humano: la tensión y el carácter complementario existentes entre la conciencia y la pasión, la moral y el instinto. Al ser un tema tan interesante, ha estado presente en casi todas las expresiones de cultura a nivel mundial y como prueba de esto, está el también cuento del venezolano Ednodio Quintero, titulado “El Agresor Cotidiano” que, a pesar de tener una extensión mucho menor que el cuento de Poe, trata el tema con una profundidad y una perspectiva muy similares.

     La primera historia, la de Poe, comienza presentándonos a un narrador, que se hace llamar William Wilson, que decide relatar la historia de su propia vida haciendo énfasis en un detalle en particular: la presencia constante de un personaje que comparte su mismo nombre, sus mismos datos personales y hasta su misma cara. Pero lejos de presentarse como un personaje pasivo, este segundo Wilson está en continua competencia con el Wilson narrador, vigilando cada paso que da, recordándole lo que está bien y lo que está mal, lo que nos lleva a entender a lo largo de la historia que es su conciencia. Por otra parte, en la segunda historia, se presenta un narrador anónimo que también está envuelto en una continua lucha con el otro que ha tomado demasiada relevancia en su vida y ahora debe ser destruido, debido a la repulsión que causaba.

     Se puede decir que, a pesar de compartir características como el narrador en primera persona, hay notables diferencias entre ambos cuentos. Una de ellas es el tipo de lenguaje usado, que en “William Wilson” es complejo, anticuado y emotivo, con presencia del discurso directo en contadas escenas (diálogo entre ambos Wilson, diálogo narrador-lector), mientras que en el cuento de Quintero es un lenguaje más moderno y manejable, distanciado y sobrio, por lo cual pierde un poco de dramatismo en su narración. Otra diferencia destacable es el uso de las descripciones, que en el cuento de Poe son extensas y vienen acompañadas por referencias culturales e históricas, logrando así conectar al lector con un contexto muy específico; mientras que en “El Agresor Cotidiano” las descripciones son menos precisas y van directo al grano, ofreciendo al lector una visión general de las situaciones, fomentando tal vez un mayor esfuerzo imaginativo de su parte. Además, por muy similares que parezcan los finales (confrontación violenta entre ambos), hay que destacar una diferencia: el final del cuento de Quintero es un final abierto, no queda claro el desenlace y por ello queda como un estímulo al lector, quien interpretará o tratará de darle un cierre usando su propia imaginación.

     Por otro lado, apartando las diferencias, las semejanzas entre ambos textos son evidentes y además del uso de comparaciones de tinte metafórico y de descripciones, hay una que resalta por sobre el resto: el epígrafe. Esa pequeña frase al inicio del cuento, que sirve como clave de lectura para hacer que el lector entienda mejor el tema, es un recurso muy útil y tanto Poe como Quintero parecen coincidir en eso. En “William Wilson”, el epígrafe es una frase de Camberlayne referida a la conciencia, lo cual desde un primer momento pone al lector sobre la pista de que el segundo Wilson no es otra cosa sino la conciencia del primero. Mientras que en el cuento de Quintero está referido al espejo y más precisamente al hecho de encontrarse a sí mismo al mirarse en él, y se relaciona con el final del cuento donde uno y otro están confrontándose hasta que se dan cuenta de que se hallan, en la misma posición, uno frente al otro.
     
     Pero, ¿qué quería decirnos Poe al presentarnos “la muerte de la conciencia”?¿Qué quería expresar Quintero con el “efecto espejo” del final? Tal vez al presentarnos la dualidad existente en sus personajes, ambos autores buscaban hacernos partícipes de esa gran realidad de nuestra naturaleza humana: en determinados momentos de la vida, podemos sentir que somos otra persona y que esa otra persona nos resulta desagradable o contraria, pero a fin de cuentas ese alguien que nos estorba es sólo una parte de nosotros mismos. Sin importar si domina el instinto (caso de William Wilson) o lo racional/moral (caso del narrador del cuento de Quintero), ambas partes conforman un mismo ser: cada uno de nosotros. Y, al presentarnos la muerte de la conciencia como la muerte de una parte de nuestra propia alma o al mencionar la sorpresa de descubrir al otro levantando el hacha igual que el yo, los dos autores podrían estarnos invitando a la reflexión sobre el carácter permanente que debe tener esa lucha entre uno y otro, podrían estarnos diciendo que en lugar de verlo como una lucha, debemos entenderla como una tensión complementaria o balance. Quizás quieren que entienda que mi molesto otro yo, también soy yo.

domingo, 4 de marzo de 2012

La astrología: ¿instrumento útil para la vida o instrumento para manipular a la gente?

Más que hablar o poner en tela de juicio si la astrología debe ser respetada como una cosa real y confiable, mi intención es expresar un hecho que me parece más grave sobre el tema: la gran manipulación de la cual son víctimas las personas inseguras que buscan alejarse de sus problemas y miedos, escuchando predicciones de un futuro mejor.

Si bien nuestro universo puede ser demasiado complejo y esconder muchos secretos que la mente humana no es capaz de entender, también es cierto que la mayoría de estas personas (astrólogos, videntes y muchos etcéteras) no son más que actores que quieren hacerse un negocio diciéndole a las personas lo que quieren escuchar, y usan los medios audiovisuales para asegurarse un mayor éxito. Y esto es posible gracias al modo de vida actual, donde todas las personas reciben una gran cantidad de información (verdadera o no) que son libres de creer o no.

Entonces, los hechos son estos: vivimos en una sociedad llena de problemas, donde la gente se siente insegura y esta misma gente es la única responsable de escoger en qué creer... y la gente insegura, por motivos externos a ellos mismos, no siempre hace las mejores elecciones.

¿Hay una solución? Creo que tenemos dos alternativas: Ser personas más seguras de nosotros mismos, creer que somos los únicos responsables de nuestro destino o... hacer de la astrología una cosa mística que sea más realista que comercial, como era en la antigüedad. Aunque, en mi opinión, ambas cosas son casi igual de imposibles.